Todos los hábitos que tenemos y el comportamiento hacia la comida, relaciones, nuestro peso, morfología y estado de salud, están completamente ligados a nuestras emociones e historia familiar.
Y una de las adicciones más fuertes es, sin duda, la que se tiene por las harinas: panes, dulces, carbohidratos y todo lo harinoso que nos pongan enfrente.
Si alguna vez te has preguntado si es por falta de fuerza de voluntad el que no puedas dejar las donas, pasteles y demás, entonces debes saber que si eres adicta a las harinas, quieres “permanecer” (inconscientemente) y ser aceptada por tu familia.
Rompe las barreras
De acuerdo con Enric Corbera, biodescodificador y creador de Enric Corbera Institute, señala que es básico el estudio de la historia familiar y la herencia epigenética para entender qué predispone a una persona a tener una personalidad adictiva.
Y cuando hablamos de todo lo dulce, harinoso y lleno de azúcar, además de generar alteraciones metabólicas y sobrepeso, es porque tenemos un ancla emocional muy fuerte con la familia, pero desde el punto de vista de conflictos que nos impiden avanzar e ir a lograr lo que realmente deseamos.
Desvaloración
Por eso es que cuando una persona tiene sobrepeso y/o obesidad, desde el punto de vista de la biodescodificación, es porque internamente experimenta una desvalorización interna, que la originó su ambiente familiar.
Al respecto, John Grant, psiquiatra y director de la Clínica de Trastornos Adictivos, Compulsivos e Impulsivos de la Universidad de Chicago afirma:
“Cualquier realidad que reporte una recompensa excesiva, cualquier elemento de efectos euforizantes o calmantes, puede crear adicción”.
Empero, cuando somos capaces de interpretar y reaccionar de una forma más adaptativa frente a nuestro entorno, las adicciones dejan de tener sentido, como por ejemplo la adicción a las harinas y dulces.
“Mediante este cambio de realidad, el individuo podrá desenvolverse con una mayor madurez y modificar su entorno; elegir sin condicionamientos, una forma más saludable de relacionarse con sí mismo y con el mundo”, asegura Enric Corbera.
Todo esto cobra sentido porque es importante encontrar la raíz de nuestros conflictos emocionales, que después se manifiestan en miedos, inseguridad, fracasos sentimentales o bien en enfermedades. De no hacerlo, se está condenado a repetir la misma historia.